Una vez en tierra, y mientras decidía que camino tomar, se me acercaron unas mujeres que vendían empanadas de mariscos, a curiosear sobre la campaña “Yo también me sumo”, y luego de charlar con ellas sobre el tema un rato, continué rumbo a Ancud.
La isla grande de Chiloé se divide en 3 regiones: La norte,
cuya principal ciudad es Ancud; la centro, cuya principal ciudad es Castro; y
la sur, con Quellón.
Chiloé, geográficamente separada del Chile Continental,
tiene características bien particulares, tanto naturales como culturales.
Con la particularidad de haber sido ocupada por los
conquistadores españoles y el penúltimo lugar en el continente donde flameó la
bandera de España, el pueblo Chilote es hoy el producto de un mestizaje
hispano-mapuche, ya que el pueblo Chono que originalmente habitaba las islas
está hoy extinguido.
Es un pueblo notoriamente marcado por lo que fueron las
misiones jesuitas en la región, que dejaron decenas de iglesias construidas en
madera, que aún hoy son un testimonio vivo de esa historia.
También es un pueblo con leyendas y muy creyente en seres
mitológicos que según dicen habitan la región, como es el caso del “Trauco”,
cuya historia relataré más adelante.
La geografía de la isla es bien cambiante, con sus subidas y
bajadas, ríos, vistas al oceano Pacífico o al mar interior y la vegetación
bien verde por las frecuentes lluvias.
Pasé la noche en Ancud, una ciudad tipicamente portuaria donde se encuentran vestigios de algunos de los fuertes del fin del mundo. Al otro día recorri la Bahia de Quetalmahue con sus criaderos de ostras.
Lloviznaba, como es costumbre por estos lares, y me dirigí al poblado de Quemchi para hacer “La ruta de las Iglesias de Chiloé”.
Muchas de ellas declaradas patrimonio de la humanidad por la
Unesco, son una manifestación de la religiosidad inculcada por las antiguas
misiones evangelizadoras y una muestra del valioso tesoro de la escuela Chilota
de arquitectura en madera.
Construidas por carpinteros de ribera, quienes las forjaron
utilizando solamente madera, incluso los ensambles y tarugos sin utilización de
clavos.
Realmente me deslumbre al ver tan increíbles obras, algunas
en proceso de restauración por el paso de los años.
Desde allí, kilómetros de caminos de ripio, subidas, bajadas, curva y contracurvas parando en pequeñas poblaciones detenidas en el tiempo cuyos habitantes viven principalmente de las bondades del mar. Colo, Tenáun con sus casitas construidas de tejuelas de alerce al estilo alemán y que denotan el paso de los años y las inclemencias climáticas, Delcahue con su movido puerto desde donde parten las embarcaciones que visitan las otras islas del mar interior.
Finalmente llegué a Castro, donde aún existen los barrios de Palafitos. Son casitas bastante humildes, todas hechas en madera,
algunas más cuidadas que otras, con sus paredes recientemente pintadas con
llamativos colores.
Si
bien esta forma de construcción sobre pilares en el agua no es originaria de
Chiloé, fue adoptada en Ancud, Quemchi, Castro, Chonchi y otros pueblos para
lograr un mejor aprovechamiento de la ribera durante la fuerte expansión
comercial del siglo XIX. Hoy sólo quedan algunos ejemplos de estos en Castro.
El mar estaba bajo a la hora que las visité y el barrio
denotaba pobreza, con olor a cloacas que probablemente se vierten al mar.
Y el 10 de marzo a la tarde llegué a Quellón, la ciudad más al sur de la isla y donde
finaliza la panamericana sur o ruta 5. Es una ciudad de gran importancia en
Chiloé y en el sur de Chile , pues gracias a su puerto hay comunicación
marítima con zonas aisladas de la Patagonia Chilena, además de ser un
importante centro de transacciones económicas en lo que a productos del mar se
trata.
Ya atardecía y recorrí la costanera observando las
embarcaciones de todo porte que entraban y salían del puerto.
Maneje hasta Punta Lapa. Este es un balneario alejado un poco de la ciudad y desde
donde se observa todo Quellón con sus casitas distribuidas e la ladera de una
loma. Desde Punta Lapa se puede observar el volcán corcovado y la isla Cailin, pero el clima nublado no me ayudó para poder fotografiarlos.
Allí también esta un monumento con la forma de un enorme
“Sacho” o ancla chilota fabricada de madera, conmemorando la finalización de la ruta panamericana
que comienza en Alaska.
Y desde allí comencé mi camino de ascenso, destino: ALASKA!
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