MAHAHUAL: Hay lugares donde uno se queda y lugares que quedan en uno...

Como de costumbre, dejo que mi vida fluya con lo que el camino me depare día a día, y esta no fue la excepción…. Desde Belice, hice mi ingreso a México por la frontera de la ciudad de Chetumal. Ya caía la tarde, y me separaban de Tulum (la primer ciudad que sonaba en mi mente como turística) unos 250 kilómetros, así que encendí la camioneta y seguí la ruta.

Las nubes bastante densas que hacía horas amenazaban con desplomarse, finalmente lo hicieron apenas intenté hacer mi primera parada en un sitio llamado Bacalar, así que continué conduciendo unos minutos más hasta encontrar un desvío que decía: Mahahual…

Ya casi oscurecía y por regla general  intento no conducir de noche hasta no conocer el país, así que después de analizarlo 2 segundos en mi mente tomé el desvío que para mi sorpresa me llevó por casi 60 kilómetros más de ruta solamente rodeada de vegetación hasta finalmente divisar las primeras luces…había llegado a “La Costa Maya”.
No era muy tarde pero el pueblo prácticamente dormía, así que yo hice lo mismo.


Sorpresa me llevé al otro día al despertar y encontrarme a la luz del sol con tan paradisíaco paisaje…. Si bien conozco prácticamente todas las playas del caribe de sur a norte, aquí encontré algo que hizo que una visita de 2 o 3 días se transformara en casi 3 meses de vivencias y decenas de amigos cosechados…
Mahahual es un pequeño pueblo de pescadores, privilegiado por su ubicación. Con el  mar caribe como marco, y rodeado de manglares.
Cuenta con una barrera coralina que se extiende a lo largo de sus playas, a poca distancia de la orilla, lo que hace que sus aguas se vean calmas como una gran pileta verde turquesa y de arenas blancas. Eso además lo hace un sitio ideal para practicar el snorkel o el buceo, uno de sus principales atractivos.
Dada la cercanía a Banco Chinchorro (el atolón más grande de México y que forma parte de la segunda cadena de arrecifes más grande del mundo), es que desde Mahahual salen los tour para visitarlo, sumando un atractivo más al poblado.

La vida en el lugar es tranquila, con muy pocos habitantes que viven en su gran mayoría del turismo que llega sobre todo en temporada de cruceros. Los días en que los cruceros llegan al puerto, el pueblo revive repleto de extranjeros que pasan el día deleitándose con los frutos del mar, tomando algo debajo de una “palapa”, y maravillándose con el paisaje. 
Luego todo regresa a la calma, y el balneario vuelve a transformarse en un pueblo tranquilo, rústico, en el que se puede disfrutar de la naturaleza, y donde afortunadamente aún no han llegado las grandes inversiones capitalistas, esas que queriendo sacar rédito económico destruyen el encanto de paraísos naturales como este.

Llevo más de 2 años de viaje recorriendo prácticamente toda América, llevando una vida nómade y completamente libre, pero trabajar el desapego de determinados lugares y por sobre todo de los afectos que voy cosechando sigue siendo duro para mí. Me cuesta mucho despedirme pero mi viaje continúa.


HAY LUGARES DONDE UNO SE QUEDA Y LUGARES QUE QUEDAN EN UNO, y Mahahual es uno de ellos… siempre viajara en mis recuerdos y mi corazón.

Ingresando al MUNDO MAYA...

Cuevas de la Candelaria. A unos  km de Cobán se encuentran estas gigantescas cuevas, consideradas la puerta de entrada al mundo Maya.
Llegando a la Aldea Candelaria, hay una especie de parque gestionado por los mismos aldeanos, donde se ofrecen 2 opciones: visita a la cueva seca y visita a la cueva húmeda haciendo “tubing”. Yo definitivamente no me quería perder de ninguno así que hice los dos!
Con más de 100metros de largo, es considerado uno de los sistemas de cuevas y ríos subterráneos más importantes de América.
Caminé con el guía durante una media hora, cargando el gomón para la parte húmeda de la travesía, y por supuesto la linterna. En determinado momento nos encontramos con el río y allí ingresamos. Acostada sobre el gomón avanzamos por el rio e ingresamos a la cueva. Realmente una abertura impresionante repleta de estalactitas y estalagmitas y seguimos avanzando hasta llegar a una parte donde dejamos los gomones en la orilla para ingresar a la parte seca. Zona elegida por los mayas para realizar rituales y a la que consideraban como la entrada al inframundo o Xibalbá.
De una altura impresionante la gran cueva con formaciones hermosas que bajaban del techo producto del goteo e infiltraciones del agua durante años y años que han producido las estalactitas. Caminamos y caminamos hasta que la claridad de la entrada de la cueva se dejó de ver y sólo nos alumbrábamos con las linternas, ingresando a espacios aún más reducidos y habitados por murciélagos.
El recorrido por la cueva seca observando las hermosas formaciones llevo poco más de una hora, y al finalizar volvimos a subir a los gomones…
Esta vez avanzando por una especie de tubo dentro de cuevas subterráneas formadas por el río y completamente a oscuras. Por momentos impresionaba la sensación de no ver realmente nada, y más aun estar en el agua sin ver.
Casi 20 minutos flotando y siguiendo el rio hasta que nuevamente se vio la luz a lo lejos y la salida del túnel.
Una experiencia aventura que no me podía perder!

El recorrido por el  Mundo Maya continuó en el departamento de Petén y rodeado de selva donde se encuentra esta maravilla declarada de interés por la UNESCO: TIKAL.  Ciudad construida por los mayas unos siglos antes de cristo y que fuera habitada por casi 1800 años hasta el momento de ser abandonada abruptamente como todas las ciudades mayas. Muchas son las hipótesis que explican por qué de un dia para el otro los mayas abandonaron esta ciudad….desde por alguna epidemia hasta por una gran devastación de la región que produjo escasez de comida, pero la verdad se desconoce.
Casi 60.000 personas habitaron Tikal, antes de ser abandonada. Pirámides varias de diversas alturas, edificios para la observación astronómica, templos en conmemoración de los “Katún” períodos de 20 años que los mayas contabilizaban, canchas para juegos de pelotas y palacios. Todo quedó oculto bajo la intensa y espesa vegetación que cubrió completamente las ruinas hasta que fueran descubiertas a comienzos del siglo XX.

Llegue con la intensión de pasar la noche allí, y así lo hice.
El templo del Jaguar, uno de los íconos más famosos en plena Plaza Central, el templo del Sacerdote Jaguar aún en proceso de recuperación y la pirámide de la serpiente bicéfala desde donde se observa la mejor vista de todas las ruinas.
Fue realmente muy emocionante estar allí y transportarme a esos tiempos tratando de imaginarme cómo sería cuando lo mayas caminaban por sus calles….
Lo mismo me sucedió en Yaxha, otra de las ruinas mayas de la región, ubicada a unos 40 kilómetros de Tikal sobre el rio del mismo nombre. Tambien fue un importante centro de comercio en la región, en conjunto con Naranjo y Nakum. El mismo tipo de construcciones pero muchas de ellas aún sin recuperar de entre la vegetación. Con la entrada a Yaxha está incluido un camping, en el que uno puede quedarse los días que desee. Así que aprovechando la ventaja de poder subir a las pirámides cuantas veces quisiera,  ahí mismo me quedé y disfruté de un par de noches y amaneceres entre pirámides mayas.







Impresionante amanecer en medio de la selva. Sonidos de pájaros y los gritos de los monos aulladores me hacían saber que la selva estaba despertando y con ella yo ya en pie a las 5 am. Con la salida del sol todo el rocío de la noche comienza a levantar y una gran neblina cubre el sol hasta que sus rayos comienzan a calentar y evaporar la humedad de los verdes y gigantes árboles. Maravillas de la naturaleza y de la selva tropical, la misma que habitó por tantos siglos la Cultura Maya, una de las más ricas y avanzadas de nuestra América.

Semuc Chamey, el Edén escondido...

En la región de Alta Verapaz, es otra maravilla que guarda la naturaleza guatemalteca y que recomiendo visitar. El camino no es de los más sencillos, pero vale la pena!

Comencé la aventura en la ciudad de Cobán  donde tomé  un bus destino Lanquín. El camino muy serpenteante y con precipicios. El busito iba a toda máquina. Los otros pasajeros en su mayoría indígenas que se subían y bajaban en las aldeas del camino. Después de hora y media de camino nos desviamos de la ruta principal y comienza un camino de terracería como le llaman aquí…ripio en muy mal estado y con más  precipicios.  Afortunadamente llegué a salvo.
Ya en Lanquin, un poblado pequeño, tome una especie de camioncito que me llevó en la caja hacia Semuc Champey, y en unos minutos más ya estaba allí.

Un sendero en medio de la intensa vegetación marcaba el camino hasta que en determinado momento se dividio: Al mirador o a las Pozas.
Pense 2 minutos y preferí subir primero al mirador, para finalizar refrescándome en las pozas. Y asi fue, bastante empinada la subida y un poco resbalosa ya que los días anteriores había llovido. Uno poco mas arriba a unos 500 metros sobre las pozas una vista completa y bellísima.
Las pozas de Semuc Champey,cuyo nombre significa “donde el Rio se esconde en la montaña” es uno de los sitios más paradisíacos que he visto.






Rodeado de un bosque tropical, el rio Cahabon, corre caudalosamente, y en ese punto, se forma un puente natural de piedra caliza de unos 300 metros de largo. El río ingresa en un “sumidero” que es una especie de cueva y pasa por debajo de las pozas de piedra caliza. Estas pozas de poca profundidad, unos 2 o 3 metros reciben parte del agua de este rio que se ve de color turqueza esmeralda, y desciende sereno de poza a poza formando pequeñas cascadas. Si existe un edén seguramente se parecería a este lugar… Realmente un paraíso en el que pase el dia completo disfrutando de la maravilla del lugar y de sumergirme en esas aguas color esmeralda, acompañada de Camila, otra viajera con la que compartí la jornada.

Antigua Guatemala

La Antigua Guatemala es la ciudad emblema del país, que llegó a ser capital de la región centroamericana.
Calles empedradas, casitas coloridas, iglesias, conventos  y ruinas que datan de 5 siglos atrás, la hicieron declarar Patrimonio Cultural por la UNESCO.
Antigua esta rodeada también de montañas, y desde ella se observan el volcán Acatenango, al que apodan “de agua”, y a su lado el volcán de fuego, que está en actividad y hace no tanto tiempo cubrió de cenizas la Antigua Guatemala.
También está el Cerro de la Cruz, al que se puede subir caminando por unas escalinatas y desde donde se observa toda la ciudad.
Una ciudad tranquila y muy agradable para hacer base y desde allí partir a los distintos tour que la zona ofrece.
Mi pasión por los volcanes no podía quedar atrás, así que decidí escalar el volcán Acatenango., con una altura de 3976metros, lo que lo convierte en el tercer volcán más alto de Guatemala. Desde su cima se observa toda la cadena volcánica de Guatemala, el Lago Atitlán, Volcán de Agua  y en especial el activo volcán de fuego a 3 km de distancia. Normalmente se sube en 2 días. Durante el primero se llega hasta una especie de campamento base donde se arman las carpas para pasar la noche y descansar, y a la madrugada, se continua escalando el trayecto final, durante hora y media hasta hacer cumbre y ver el amanecer desde allí.
En nuestro caso, junto con Mati Y Cande (otros viajeros con los que compartí parte de mi estadia), decidimos hacerlo todo en el mismo día. Para lo que nos fuimos a dormir tempranito en la tarde, y a las 12 de la noche comenzar la subida.
A paso lento en un recorrido de unos 6 km de sendero, se atraviesan diferentes ecosistemas. Bosque de encino, Bosque nuboso, y finalmente bosque de pino y subalpino. El trayecto final es muy arenoso y con algunas rocas, sin demasiada vegetación.
El camino es realmente muy cansador, tanto que por momentos pensé que no lo iba a conseguir.
Pasando las 5 de la mañana llegamos a una bifurcación. Debíamos elegir entre ver el amanecer en la cima, o desviarnos al mirador del volcán de fuego y llegar a ver la lava aún de noche.
Un volcán erupcionando y de cerca es una experiencia que no se vive todos los días, asi que esa fue nuestra elección. Ya acercándonos se escuchaba el ruido de la lava al salir. Es una experiencia única, allí estaba, el volcán de fuego, escupiendo lava que bajaba por una de sus laderas, a muy poca distancia de donde yo me encontraba. Sentir la fuerza de la madre tierra haciéndose presente ante mis ojos, me hizo vibrar de emoción hasta las lagrimas…no me alcanzan las palabras para explicar la sensación y emoción que sentí. Alli nos quedamos, congelados de frio pero inmóviles viendo el espectáculo frente a nuestros ojos, hasta que poco a poco comenzó a aclararse el cielo, y con la luz del sol, la lava que continuaba saliendo se dejó de apreciar.
Volvimos a cargarnos las mochilas a nuestras espaldas, y comenzamos el ascenso final. El más duro, mucho más empinado, de arena más floja y sin vegetación. A medida que daba un paso, temblaba por dentro por temor a resbalarme y no parar de rodar hasta el precipicio. El vértigo que jamás en mi vida tuve, por momentos me hacia un nudo en mi estómago e intentaba no mirar para atrás, para el precipicio.

Finalmente llegue a la cumbre!!! El cráter del Acatenango que hizo erupción por última vez en 1972, hoy en día está tapado con la misma arena volcánica. Desde su cima la vista es única, de las cosas más increíbles que guardo en mi retina. Los picos de toda la cadena volcánica guatemalteca, muchos de ellos apenas asomándose entre las nubes. Ver el mundo desde arriba, la inmensidad, la belleza de la montaña, de los verdes, de los cultivos….Hermosa pacha mama, GRACIAS por hacerme parte inmensidad.






Guatemala: Lago Atitlán.

Guatemala me conquistó apenas crucé la frontera. Me recibieron obsequiándome unas bolsitas tejidas multicolores, que llevaban en su interior unos  muñequitos, acompañados de una leyenda  que cuenta que si uno los coloca debajo de la almohada  al dormir cuando se tiene un problema, al otro día el problema desaparece.
Esa bienvenida sumada a la riqueza cultural y geográfica de Guatemala, me hizo suponer desde un primer momento que este país me atraparía…. Pero no imaginé cuanto hasta que no empecé a adentrarme en sus tierras y a compartir con su gente…

El Lago Atitlán, ubicado en el departamento de Sololá y a unos 1562 metros sobre el nivel del mar es una parada obligada para todo el que visita estas tierras. Con una superficie de 130 kilómetros cuadrados y rodeado de montañas y tres volcanes, recibe a diario cientos de turistas que se maravillan al ver todo el paisaje reflejado en sus aguas calmas, y rodeadas de pintorescos pueblos étnicos de descendencia maya que aún mantienen sus costumbres.

Más allá de su paisaje, la energía que se respira allí, hace comprender el por qué fue elegido por varios centros de meditación como lugar para establecerse.
Cada uno de los pueblitos indígenas, a pesar de mantener su lenguas, su vestimenta y parte de sus costumbres intactas, hoy llevan nombres de Santos Católicos y apóstoles, lo que me impresionó al ver hasta qué punto se enraizó la conquista en estas tierras. El trabajo de evangelización fue tal que las iglesias en su mayoría se encuentran sobre lo que antiguamente eran sitios sagrados mayas, y la población abandonó sus creencias y se convirtió al cristianismo.
 San Pedro, San Marcos, San Jorge, Santiago….etc. De los que recorrí, el único que mantiene su nombre original es “Panajachel”, que es la principal puerta de entrada al Lago, y desde donde salen embarcaciones que funcionan como “taxis” para moverse de un pueblo a otro.
La vida en los pueblos es muy tranquila. De callecitas estrechas, empedradas, y con grandes pendientes. Caminar por ellas me recordó mucho a la vida en el altiplano. Los indígenas con sus ropas coloridas, usando los típicos guipiles tejidos a mano. Los hombres pantalones cortos, camisas y una especie de chalecos, y en sus cabezas sombreros parecidos a los texanos. Las mujeres polleras, blusas también de guipiles, y en la cabeza pañuelos contorneados que sostienen el cabello. Cada pueblo se diferencia del otro por los colores utilizados en su vestimenta, y por sus lenguas: K`iche, Kalchique y tzuùtujil, etc.
En cuanto a las tareas la mayoría de las mujeres se dedican a tejer los guipiles, a la venta de artesanía y a las tareas domésticas. El trabajo del campo es más la tarea de los hombres, cultivando mayormente frijoles y maíz, que es la principal base de su alimentación. A pesar de tener el lago allí, la pesca no es mucha, ya que el tamaño y número de peces ha disminuido notoriamente en el último tiempo.









2 AÑOSSSS!!!!

Así de rápido ya se pasó un año más en las rutas, y como era de esperar este viaje me sigue moldeando día a día. Es imposible permanecer intacta ante las mil y una experiencias que vivo, ante las mil y una personas nuevas que conozco, con las que comparto historias, intercambio maneras de pensar  y por sobre todo, forjo lazos que atesoraré en mi corazón por siempre.
Sin dudas no soy la misma. Esta Carolina es mucho más fuerte y segura de sí misma que la que partió de Montevideo aquel 1 de setiembre de 2013.
El viaje que en un comienzo surgió para conocer el mundo exterior y maravillarme con sus paisajes, se transformó en un viaje a lo más profundo de mi ser. Horas y horas conmigo misma me ha llevado a encuentros y desencuentros, análisis, preguntas, llantos, risas y finalmente encontrar lo que no sabía que estaba buscando!!! A MI MISMA y una PAZ que no me la quita nada ni nadie!
En completa armonía conmigo y con el universo que me rodea, hoy tengo la certeza de que lo que era “el viaje” se transformó en mi modo de vida. Ese modo de vida que me hace sentir libre de decidir cómo quiero gastar cada segundo que la vida me regala y que me llena el alma.
Soy Nómade, y aunque recién a mis 32 años me animé a dejar las estructuras de la vida cotidiana, sé en mis entrañas que nací para esto.
Lo que en el inicio pensaba realizar en 3 años, hoy lo modifiqué y decidí comenzar a viajar sin tiempos. Siguiendo una ruta prevista, pero que siempre puede estar sujeta a cambios. Dejándome ser, dejándome fluir. Viajar sin prisas, volviéndome más perceptiva a las señales que el destino me pone y que confirman que este es mi camino.
Aprendiendo a cada paso y de cada quien. Abriendo mi mente y mis percepciones. Comprendiéndome como parte de un todo infinito, conformado por cada cosa, cada roca, cada planta, cada animal y cada persona, y en el que todos estamos interconectados.
Hoy comienza mi tercer año de este renacer, y seguiré haciendo camino al andar sintiéndome completamente agradecida a cada uno de ustedes por ser parte de mi camino. Por acompañarme de una u otra manera, haciéndome sentir cerca al otro lado de la pantalla. Sin ustedes no habría sido posible. Cada uno aporto su granito de arena con un like, un comentario, abriéndome las puertas de su hogar  o de su corazón.
GRACIAS INFINITAS!
Ana Carolina Squitín

Viento planetario blanco.

TORTUGUERO, un paraíso del Caribe Norte Costarrisense

Sobre la Costa Caribeña pero más al norte, se encuentra un sitio inaccesible en vehículo, ubicado en medio de la Selva Tropical lluviosa, entre ríos, canales y el mar.
Para llegar hasta allí toda una travesía. Victor (quien  me hospeda en su casa de Jiménez de Pococi) me llevó hasta la terminal de Guápiles donde tome un bus por poco más de 1 dólar hacia Cariari. Unos 50 minutos después, en Cariari, un segundo bus que parte sólo 3 veces al día destino “La Pavona”.
Bajo lluvia, como es típico en esta región, y acompañada de locatarios que iban a los pueblos cercanos, me subí, observando el recorrido por caminos rústicos, pozos, piedras y precarios puentes que hacían temer que no soportaran el peso del bus.
A los lados fincas y plantaciones de frutales, bananos papaya y guanábanas en su mayoría. Hora y media más tarde, había llegado a La Pavona. Me había imaginado un pueblo, pero no, La Pavona sólo es una estructura grande hecha en Madera, que funciona como terminal y tiene un restaurant, baños, y algún que otro negocio pequeño para que los turistas que llegan puedan consumir algo mientras esperan las lanchas.
Eran las 10 y media de la mañana y la mayoría de la gente que había en el lugar eran europeos y norteamericanos. La Pavona es el punto final vía terrestre y queda a un lado de uno de los canales que desembocan en Tortuguero. Decenas de lanchas esperan el arribo del bus que viene de Cariari, para llevar a los turistas hasta Tortugero.
Allí embarque en una de estas lanchas que afortunadamente tenía techo (el clima lluvioso del lugar obliga). Y empezó la travesía por el río zigzagueante. Me hizo recordar al amazonas pero en pequeño. Aguas marrones habitadas por cocodrilos y caimanes y a los lados manglares y mucha selva. Árboles caidos incluso dentro del río. Los días anteriores había habido inundaciones y supongo que eso llevaría también a que encontrara tantos árboles tirados.
Las lanchas van y vienen, se nota que conocen el camino, las profundidads del río y cómo esquivar los obstáculos. Iba con algo de miedo porque mi experiencia me indicaba q estas lanchas suelen manejar muy rápido pero afortunadamente en este caso, lo estrecho de los canales y la forma de zigzag les impedia tomar demasiada velocidad.
Estos canales algunos naturales formados por los mismo ríos y otros artificiales que fueron construidos para trasladar las maderas  de los aserraderos que en algún momento de la historia existieron por aquí.. Por esos mismos ríos se llega al Mar Caribe, o incluso se puede cruzar hasta Nicaragua.
Desde que subí en La pavona todo ese trayecto pertenece al Parque Nacional Tortuguero, lo que lo hace estar protegido de la devastación del ser humano.
En el camino conocí a Marta, una chica Nicaragüense que viajaba con su hijo el pequeño Nico. Charla va, charla viene, en el camino me contó que vive hace 8 años en el lugar. El pueblo ronda los 1000 habitantes, número que se alcanzó en los últimos tiempos por la explotación turística. Me habló de Enrique, el único uruguayo que vive en Tortuguero y es dueño del Budda Café donde ella trabaja como extras algunas veces, y me invitó a visitarlo.
Unos 40 minutos después, llegué a Tortuguero. Apenas baje de la lancha una decena de guías locales ofreciendo uno u otro tour, la mayoría embarcados para visitar otros canales más estrechos, paseos en Canoa, observación de aves y animales selváticos.
En mi caso, era una visita por el día, así que no tenía tiempo para realizar alguno. Baje, pedí información turística y me dieron un mapita en el que se divisaba lo pequeño del lugar.
En Tortuguero no hay automóviles, no son necesarios. Una única principal hecha de hormigón es el sendero peatonal por el que uno avanza. A los lados casitas rústicas, con un encanto especial. Construcciones en su mayoría de
madera y sobre pilotes, preparadas para las inundaciones y las intensas lluvias que caen en el lugar.
Tortuguero está rodeado por agua, de un lado el río por el que llegan las embarcaciones y a unos 100 metros, del lado opuesto, el mar caribe, por donde llegan las Tortugas.
 “Tortuguero”, o lugar de tortugas, fue nombrado así por los cientos de tortugas verdes que en esta región desovan. La tortuga verde siempre ha sido importante fuente de proteína para los habitantes de las costas, y en tiempos pasados era importante en el comercio extranjero e interno.
Durante la época Pre-colombina el indígena comía la carne y usaba la grasa como mantequilla. Eran tantas que cuando Cristóbal Colon llego a la zona mencionó que habían tantas tortugas que se amontonaban en el mar como pequeñas rocas.
Después del siglo 18 buques mercantes paraban en Tortuguero con regularidad para pescar tortugas antes de regresar a sus tierras. Las tortugas eran importantes porque proveían carne fresca a los largos tránsitos marinos ya que, fuera del sol y roseadas con agua, se mantenían vivas por mucho tiempo. En el siglo 19, desde Tortuguero salían frecuentes embarques de tortugas verdes para Inglaterra, donde la sopa de tortuga se había hecho un popular manjar.
Para suplir los apetitos norteamericanos y europeos la caza de tortugas se intensificó a su extremo en la primera mitad del siglo 20. En Tortuguero, las tortugas llegando a desovar eran sistemáticamente cazadas. Por cada una de las 22 millas a lo largo de la playa, había un “velador”, encargado de volcar cada tortuga que salía dentro de su milla. Entonces le amarraban un leño a la aleta anterior. Cuando el bote tortuguero pasaba a recoger las tortugas boyantes, las soltaban a la orilla del mar. Esta costumbre que casi acabó con las tortugas de la zona, cesó en 1960, cuando fueron promulgadas leyes de protección.
Con la creación del Parque nacional Tortuguero, el poblado que hasta entonces sólo contaba con un centenar de habitantes, poco a poco ha ido creciendo, siendo hoy un atractivo muy importante para los turistas que llegan a ver de cerca a las tortugas que aún siguen llegando a desovar.
La tortuga marina nace en la tierra, y aparte de las breves arribadas para desovar, pasa la vida entera en el mar. Tortuguero es la más importante playa para el desove de la tortuga verde en el Océano atlántico occidental.
La tortuga verde hembra, no solamente puede identificar una costa en particular para desovar, sino que regresa una y otra vez a la misma sección de esa playa.
Durante cada migración desova de 2 a 5 veces, en intervalos de unos 12 días, poniendo alrededor de unos 100 huevos.
Maravillosa y asombrosa la madre naturaleza! Ojala el ser humano tome conciencia de una vez, y paremos la depredación y la contaminación que dejamos en los mares, causa de muerte de tantos especímenes…








Archipiélago de San Blas...un paraíso de película

San Blas es un archipiélago formado por 365 islas de portarretrato, con sus arenas blancas, las aguas turquesas cálidas propias del caribe y cientos de palmeras. Pertenecen a la Comuna Kuna Yala.
Los Kuna Yala son indígenas de origen colombiano que hace unos 400 años fueron avanzando por la selva del Darien en busca de alimento, un mejor sitio donde vivir y también huyendo de otros grupos mas salvajes que vivían allí.
Casi que de "casualidad" se encontraron con este paraíso conformado por todas estas islas, y comenzaron a habitarlas  y a explotar sus aguas obteniendo el alimento de la pesca.
Con el correr de los años, una vez establecido el país de Panamá como tal, lucharon por sus derechos y el gobierno Panameño declaro su comarca.
Hoy son ellos los únicos que explotan el turismo en estas islas.
De las 365 islas sólo algunas están densamente pobladas, las mas cercanas al continente. Algunas pertenecen a familias Kunas, ya que se dice que al comienzo el Kuna que primero llegara a una isla y plantara su palmera cocotera allí, pasaba a ser el propietario. Otras pertenecen a la comunidad, y su explotación turística regresa a la comuna en un 50%. La otra mitad va para la familia que la este "cuidando", rotándose cada 6 meses las familias encargadas de cuidar cada isla.
Tuve la suerte de visitar la comuna acompañada de unos amigos locatarios que a menudo concurren a San Blas para pasar un fin de semana. Avanzamos en su 4x4 curva tras curva por el terreno hasta llegar a la Costa desde donde salen las embarcaciones. Allí nos esperaba una embarcación que nos llevo a la isla Bidir dub, a unos 40 minutos de la costa. 
Apenas llegamos al puerto se largo un diluvio que nos mojo prácticamente todo lo que llevábamos, igual subimos a la embarcación, y como clim
a tropical que es, llegando a la isla empezó a salir el sol.
En el camino islas de todos los tamaños, algunas muy habitadas y otras con apenas 2 palmeras, otras hundidas en el agua, tanto que apenas se le veían los techos de algunas construcciones.
La nuestra, una hermosa isla de unos 100 metros de largo por unos 30 de ancho, con muchas palmeras y una sola choza habitada por los kunas encargados. Un baño de material con duchas, y nada mas… Allí acampamos felices entre las palmeras. El agua transparente, turquesa con una barrera de corales alrededor en la que disfrutamos de hacer snorkel.
Pasamos 2 noches disfrutando de este paraíso, realmente una experiencia única en una isla exótica. Arena, palmeras, sol y unas aguas cálidas únicas.
El archipiélago de San Blas es un paraíso único que dan ganas de tomarse un año sabático para recorrerlo por completo: una isla por día!!!











Ciudad de PANAMÁ

La ciudad de Panamá, internacionalmente conocida por su famoso canal que une dos grandes masas de agua como lo son el océano Atlántico y el Pacífico, me sorprendió por su modernidad con altos y lujosos edificios bordeando su extensa cinta costera, imagen que me recordó a la popular Miami.
Una ciudad que se ha convertido en un “Crisol de razas” como le dicen por aquí, ya que la prosperidad económica producto de los altos ingresos de capitales que da el canal, ha hecho que personas de múltiples nacionalidades hayan emigrado hasta aquí, en busca de una mejor calidad de vida para sus familias.

Ordenada y segura, una ciudad que no despreciaría si tuviese que elegir un sitio donde establecerme…esa misma valoración que han hecho miles de extranjeros que hoy casi que superan en número incluso a los propios Panameños.
Dentro de los atractivos turísticos que la ciudad ofrece están el Casco histórico con construcciones que datan de la época de la conquista, Panamá  Viejo con sus ruinas, el Cerro Ancón con una vista privilegiada, y la vedette de todas: “El Canal de Panamá”.
Al visitarlo no pude evitar maravillarme por los logros que la ingeniería ha hecho en esta parte del continente, para unir los dos océanos y así evitar que los barcos gasten fortunas en combustible para pasar de un océano a otro, bordeando el continente Americano, como lo hacían antiguamente. Los ingenieros han logrado dragar ríos como por ejemplo el Gatún para que por ellos circulen las gigantes embarcaciones.
El funcionamiento del Canal es el simple: como los océanos se encuentran 21 metros por debajo que el nivel del río, las embarcaciones al ingresar al canal de Panamá, son elevadas. Las compuertas se cierran y un sistema de circulación de agua llena las esclusas hasta lograr el nivel del río. Una vez en el mismo nivel siguen su curso por el río hasta llegar al otro océano, donde se hace el procedimiento inverso: las cámaras de las esclusas van disminuyendo su cantidad de agua hasta que la embarcación baje esos 21 metros y lograr el nivel del océano nuevamente. Una vez en el mismo nivel las compuertas se abren y el barco continúa su viaje, esta vez en el otro océano.
Es impresionante ver esos gigantes avanzar  por las estrechas paredes del canal tirados de unos pequeños tranvías que los guían dentro del canal hasta llegar a las esclusas donde están las compuertas.
Cada barco que utiliza este canal le deja a la concesión y a Panamá miles de dólares. Según nos explicaba un trabajador de allí, los gigantes que transportan contenedores, pagan 80 dólares por cada contenedor, y llevan entre 2000 y 5000 contenedores (Mínimo 160.000  de dólares por utilizar el canal). Un promedio de 30-40 embarcaciones pasan diariamente por el canal.

Después de mi primer visita, tuve la fortuna de continuar en la ciudad cuando el Canal de Panamá anunció una oportunidad única. Las nuevas esclusas de Cocolí, que formarán parte de la ampliación del canal de panamá, se abrirían al público antes de ser llenadas de agua para siempre. Un día en la vida que pasará a la historia… Y tuve la dicha de poder visitarla, caminar por ellas entre enormes moles de cemento que contendrán las aguas por las que pasaran las embarcaciones…Compuertas corredizas, mucho más modernas que permiten hacerles las mantenciones sin tener que parar el tráfico de embarcaciones. Pise el suelo de las esclusas, observe de cerca las cámaras….Muchísimas personas, más de 50.000 fuimos los privilegiados de ese día. Panameños orgullosos de su obra, luciendo su bandera, felices por lo logrado, y  yo emocionada, por formar parte de ese día que quedará en la historia para siempre.