Como de costumbre, dejo que mi vida fluya con lo que el
camino me depare día a día, y esta no fue la excepción…. Desde Belice, hice mi
ingreso a México por la frontera de la ciudad de Chetumal. Ya caía la tarde, y
me separaban de Tulum (la primer ciudad que sonaba en mi mente como turística)
unos 250 kilómetros, así que encendí la camioneta y seguí la ruta.
Las nubes bastante densas que hacía horas amenazaban con
desplomarse, finalmente lo hicieron apenas intenté hacer mi primera parada en
un sitio llamado Bacalar, así que continué conduciendo unos minutos más hasta
encontrar un desvío que decía: Mahahual…
Ya casi oscurecía y por regla general intento no conducir de noche hasta no conocer
el país, así que después de analizarlo 2 segundos en mi mente tomé el desvío
que para mi sorpresa me llevó por casi 60 kilómetros más de ruta solamente
rodeada de vegetación hasta finalmente divisar las primeras luces…había llegado
a “La Costa Maya”.
No era muy tarde pero el pueblo prácticamente dormía, así
que yo hice lo mismo.
Sorpresa me llevé al otro día al despertar y encontrarme a
la luz del sol con tan paradisíaco paisaje…. Si bien conozco prácticamente
todas las playas del caribe de sur a norte, aquí encontré algo que hizo que una
visita de 2 o 3 días se transformara en casi 3 meses de vivencias y decenas de
amigos cosechados…
Mahahual es un pequeño pueblo de pescadores, privilegiado
por su ubicación. Con el mar caribe como
marco, y rodeado de manglares.
Cuenta con una barrera coralina que se extiende a lo largo
de sus playas, a poca distancia de la orilla, lo que hace que sus aguas se vean
calmas como una gran pileta verde turquesa y de arenas blancas. Eso además lo
hace un sitio ideal para practicar el snorkel o el buceo, uno de sus
principales atractivos.
Dada la cercanía a Banco Chinchorro (el atolón más grande de
México y que forma parte de la segunda cadena de arrecifes más grande del mundo),
es que desde Mahahual salen los tour para visitarlo, sumando un atractivo más
al poblado.
La vida en el lugar es tranquila, con muy pocos habitantes
que viven en su gran mayoría del turismo que llega sobre todo en temporada de
cruceros. Los días en que los cruceros llegan al puerto, el pueblo
revive repleto de extranjeros que pasan el día deleitándose con los frutos del
mar, tomando algo debajo de una “palapa”, y maravillándose con el paisaje.
Luego todo regresa a la calma, y el balneario vuelve a transformarse en un
pueblo tranquilo, rústico, en el que se puede disfrutar de la naturaleza, y donde
afortunadamente aún no han llegado las grandes inversiones capitalistas, esas
que queriendo sacar rédito económico destruyen el encanto de paraísos naturales
como este.
Llevo más de 2 años de viaje recorriendo prácticamente toda
América, llevando una vida nómade y completamente libre, pero trabajar el
desapego de determinados lugares y por sobre todo de los afectos que voy
cosechando sigue siendo duro para mí. Me cuesta mucho despedirme pero mi viaje continúa.
HAY LUGARES DONDE UNO SE QUEDA Y LUGARES QUE QUEDAN EN UNO,
y Mahahual es uno de ellos… siempre viajara en mis recuerdos y mi corazón.