Nos despedimos de Iquique subiendo la enorme cuesta del
morro gigante arenoso que lleva a Alto Hospicio, y desde allí a visitar los
museos de las Salitreras.
Humberstone y Santa Laura, hoy museos declarados patrimonio
de la humanidad, fueron en la época de
oro de la sal, dos de las salitreras más grandes de la región, que producían al
mes toneladas de sal, y su subproducto: el yodo. Estos eran comercializados y utilizados
con fines para la agricultura entre otros.
En esta época en la que la sal era considerada el oro blanco
de la zona, se produjeron grandes cambios en toda la región que paso de ser un
lugar desértico y deshabitado, a un sitio donde llegaban y se establecían
trabajadores que migraban de otros sitios para trabajar en la extracción de la
sal.
Los años pasaron y las exportaciones fueron bajando,
producto de diversas crisis económicas que sufrieron los importadores y al
mismo tiempo la aparición de otros productos que servían como fertilizantes,
hasta que una a una fueron cerrando estas gigantes, hasta quedar nuevamente
deshabitadas.
Pero a pesar del paso de los años, aún hoy estas antiguas
salitreras te hacen revivir su época de gloria. Eran realmente moles, ciudades
construidas en el medio del desierto de
Atacama, todo montado en función de la explotación de la sal. Con sus enormes
salas tipo fabricas para extraer y procesar la materia prima, y construcciones
de viviendas, escuelas, plazas, y hasta teatros a su alrededor para todo el
pueblo que trabajaba y vivía en función de la sal.
Algunas en mejor estado de conservación que otras, pero el
visitarlas es realmente transportarse al pasado glorioso de lo que fue su
esplendor.
No hay comentarios:
Publicar un comentario