Dejamos
atrás las montañas y la ruta se volvió plana, y el calor se empezó a sentir más
y más a medida que nos acercábamos a Cali.
En Cali nos esperaban Sebastián Quintero y Alejandra Ortiz,
otros chicos que se habían hospedado en la casa de Yola, y que ahora nos
recibían con los brazos abiertos en su ciudad.
Cenamos y nos fuimos a la casa de Sebas, que vive con su
mamá. Alli dejamos las cosas y a la charrúa estacionada y partimos al centro a
probar unas ricas “choladas” (Una especie de helado, parecido a la raspadilla
peruana, hecha de hielo, con escencias dulces, y a su vez le agregan frutas y
leche condensada). Muy rico! Vale la pena probarlo!
Al otro dia madrugamos para irnos a pasar el día a San
Cipriano. Ubicado a unas 3 horas de Cali, y en el medio de la selva tropical
colombiana en dirección a Buenaventura, se encuentra este paraje. Para llegar dejamos el "carro" estacionado a
un lado de la carretera, avanzamos por un puente colgante que atraviesa un rio
y en una especie de villa muy humilde de casitas de madera ubicadas a un lado
de una via ferrera y habitadas por afrodescendientes, tomamos una “brujita”.
Las brujitas son un medio de transporte muy precario pero en el único que se
puede avanzar para llegar a San Cipriano que esta ubicado Selva adentro. Las
brujitas son una especie de plataformas hechas con maderas y con ruedas
metálicas que se apoyan en los carriles de la vía. Estas plataformas son
impulsadas por una motocicleta que lleva apoyada su rueda trasera en uno de los
carriles de la via, y la otra rueda va enganchada a la plataforma. A estas les
adosan una especie de bancos de madera sueltos, sin ningún tipo de agarre o
cinturón que las asegure. Y asi nos sentamos en estos banquitos y empezamos
avanzar a toda velocidad por la via durante unos 20 minutos. Toda una aventura
de adrenalina porque cuando se ve a lo lejos que se acerca otra brujita o lo
que es peor el propio tren, uno tiene que bajarse a toda velocidad de la brujita, y el
conductor de la moto debe de sacarla junto con toda la plataforma de la via
antes de que se produzca una colisión.
Así llegamos a San Cipriano, otra comunidad de
afrodescendientes, donde se ha instalado una especie de parque nacional, ya que
por allí corren las aguas de un rio muy cristalino. La intensa vegetación y el
calor húmedo hacían que el camino fuera un tanto intenso y me persiguiera por
momentos con el miedo a los insectos y la famosa chikunguña que en esos días
era epidemia en Colombia. Caminamos unos 20 minutos y llegamos al rio.
Realmente muy hermoso el paisaje, paradisíaco.
Me hizo acordar a la selva venezolana que visité hace unos años atrás. El agua verde cristalina, que permitía
verte los pies por mas profundo que te metieras. Nos zambullimos y refrescamos
disfrutando de la soledad del lugar en medio de la naturaleza. El agua bien
fresca que mataba el calor sofocante de la zona.
Pasamos el dia y a eso de las 14 hs regresamos a almorzar en
uno de los restaurantes que las mujeres de la comunidad han hecho para explotar
el turismo. Ya de tardecita el amigo de la brujita nos paso a retirar y a la
vuelta conocimos a una parejita de ingleses con los que paramos en el Kilometro
18 a tomar un agua panela. Según nos contaba Sebastian, el km 18 es un sitio al
que llegan los caleños para huir del intenso calor, ya que a pesar de quedar
muy cerquita de la ciudad, en él uno puede disfrutar del frio. Y esto es realmente literal!! Cuando el calor de Cali no se soporta, uno sube hasta aqui donde la temperatura baja drasticamente dado la altura a
la que se encuentra.
A la noche, y ya de regreso en Cali, fuimos a pasar la primera noche de salsa colombiana
del viaje. Paramos en una especie de discoteca de salsa, y bailamos hasta mas
no poder, con todos los caleños que nos invitaron!
No hay comentarios:
Publicar un comentario