El
camino de montañas con un color verde intenso que le da la vegetación, nos llevó por caminos muy curvados tipo caracoles que bajan y suben para avanzar sobre la
cordillera. Casi 3 horas de andar para hacer 80 kilómetros, y finalmente llegamos a Pasto.
Allí nos esperaba mi
amigo Sebastian, a quien había conocido en Ushuaia mientras el recorría
Sudamérica en su moto.
Pasto es una ciudad de unos 400 mil habitantes que queda ubicada
en la falda del volcán activo Galeras. Realmente impresiona el tamaño del
gigante con un diámetro importante que hace sentir pequeña y desprotegida a la
ciudad.
La primera impresión de Pasto, sumada a algunos comentarios de los locales, me hizo sentir la presencia del “miedo” provocado por
la situación social de las guerrillas, que dejó la huella muy marcada sobre todo en esta zona, donde aún quedan algunos rastros del tema. No pude evitar empatizar lo difícil de vivir así,
esperando y a la expectativa de lo que pueda suceder.
Independientemente de ello, nosotras disfrutamos el recorrido por la ciudad, al que se sumaron otros amigos de Sebas, y con los que fuimos a festejar el dia internacional de la mujer a la Laguna La Cocha, a unos 20 minutos de Pasto.
Según nos explicaron los chicos en esa parte de la
cordillera se dividen las aguas que caen durante las lluvias. Hacia un lado corren por los ríos que desembocan en el atlántico y del otro lado bajan hasta el Pacífico. Un paisaje maravilloso,
donde el frío se hace sentir hasta los huesos.
La Laguna esta ubicada en un
valle, y tiene un tamaño importante. Canalcitos con puentes que los atraviesan
y botecitos de madera para navegarlos. Casitas de madera con techos a dos aguas
y sus chimeneas humeantes, la mayoría restaurantes, donde se ofrecen las truchas
que se pescan en el lago, o una “panela caliente” con limón y queso fresco para
matar al frío.
Nos embarcamos lago adentro en un día de pesca guiados por
un amigo de Sebas que pertenece a una comunidad indígena de la zona, y quien
nos relataba todas las historias y leyendas del lago, que hablan desde portales
interdimensionales, sirenas y hasta monstruos que cuando aparecen indican que
alguien va a desaparecer en el lago. Esas historias místicas que se repiten una y otra vez en lugares como este...
Pasamos una jornada increíble intentando pescar las benditas
truchas que no querian aparecer…quizás estaban congeladas en el fondo o entre
la enorme cantidad de juncos.
Pasamos hermoso y disfrutamos de profundas charlas....
Nada
sucede por casualidad en esta vida, y cada una de las personas que me he ido
encontrando en el camino han sido por algo. Una vez más me hicieron confirmar
que este viaje es un viaje de descubrimiento y crecimiento de mi interior, de
mi espiritualidad. En medio de la cena y cuando quisimos acordar todos estábamos
hablando el mismo idioma y contando nuestras experiencias, creencias y
aprendizajes.
Me voy una vez mas agradecida a la vida por la oportunidad
que me esta dando de conocer gente maravillosa, de poder estar haciendo este
camino de autodescubrimiento, y de que me este llevando de la mano.
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