El mismo 25 a la tarde llegamos a la capital de Santiago del
Estero, que con el mismo nombre de la provincia, tiene la particularidad de ser
la más antigua de la Argentina.
Entramos cruzando el puente que une “La Banda” con la ciudad
de Santiago del Estero.
Lo primero que apreciamos fue su costanera, a orillas del
Río Dulce, donde paramos a descansar del sol mientras observábamos a unos
pescadores locales que con redes y arpones sacaban del agua gran cantidad de
dorados de importantes tamaños.
El Parque Aguirre, así llamado en honor a su fundador, es
uno de los principales paseos citadinos, con fuentes, sombra y varios juegos
para niños.
Durante la tarde paseamos por la peatonal y visitamos la catedral
de la ciudad. Al caer la noche, descansamos frente al centro de convenciones.
Es increíble la cantidad de personas que uno conoce cuando
hace un viaje de estas características.
Así fue como se acercó Guillermo, un caballero de 75 años,
que atraído por el llamativo ploteo de la camioneta, quiso investigar un poco
sobre sus ocupantes.
De inmediato nos preguntó si nos gustaban las empanadas, y
nos invitó a almorzar en su casa.
Dejando la desconfianza de lado, de inmediato accedimos y
conocimos a un ser maravilloso.
De procedencia alemana, nos contó que es un ingeniero civil
jubilado, que se radicó con su esposa en Santiago del Estero hace 35 años.
Si bien enviudó hace algunos años, continúa viviendo en esa
casa cuyos recuerdos atesora.
Pasamos la tarde disfrutando de la agradable charla a la
sombra de un frondoso árbol de moras blancas, y después de unos ricos mates,
nos despedimos agradecidas por tanta cortesía.
Termas de Río Hondo: Las milagrosas aguas calientes (Yacu
Rupai) sirvieron en la antigüedad como fuentes curativas para los males físicos
y reposo a los espíritus cansados y enfermos de los aborígenes de la región
como los Tonocotes, aborígenes sedentarios que vivieron a orillas del Río
Dulce.
Hoy la evolución humana ha hecho que termas creciera y se
desarrollara hasta cambiar de un lugar agreste y exótico, por un pueblo a
orillas de un río. Pero creció mucho más hasta convertirse en ciudad, y fue
bautizada “Las termas de Río Hondo”.
Con un clima semi-árido moderado,
llegamos un día en que la temperatura se acercaba a los 40º C.
Bordeamos el río dulce avanzando
por la costanera hasta llegar a la Reserva Natural “Tara Inti”.
Tara Inti, en quichua significa “Isla
del Sol”. Accedimos a ella a través de un vistoso puente peatonal y caminamos
por un circuito de madera que posee miradores panorámicos desde donde se puede
contemplar y disfrutar toda la fauna y flora, áreas con restos paleontológicos
y el impactante paisaje de los vertederos del “Dique Frontal”, como fondo de la
postal del Río Dulce.
Una característica destacable de
las Termas de Río Hondo, es que todas las viviendas y hoteles, de cualquier
categoría, están dotados de agua termomineral.
También hay piletas públicas,
llamadas “La Olla” a las que se acceden de manera gratuita, y donde pasamos la
tardecita.
Al atardecer estacionamos “La
Charrúa” en el Parque Guemes, donde conocimos a una pareja de argentinos
jubilados que viajaban en su motorhome. Con Italia Zaccone y su esposo
charlamos e intercambiamos anécdotas hasta altas horas de la noche.
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