La bellisima Valdivia, la capital de la Region de los Rios está rodeada por los
ríos Calle-Calle, Valdivia, Cau-Cau y Cruces.
Bautizada como Santa María la Blanca de Valdivia en 1552,
por Pedro Valdivia, pero fue luego del intento holandés por asentarse en el lugar en 1643 cuando
comenzó a repoblarse en un intento de fortalecer la presencia española en esta
región del imperio. A partir de allí comenzó a ser fortificada con especial
atención en el área de la Bahía de Corral.
Y son estas características algunas de las atracciones
principales de la zona: la selva valdiviana, los ríos, los lagos, el mar, el
legado histórico cultural de las fortificaciones españolas y la particular
arquitectura heredada de los inmigrantes alemanes, combinadas al legado
cultural de los pueblos originarios huilliches y mapuches.
Llegué a la ciudad y de inmediato me dirigí a la
costanera como hago de costumbre en la mayoría de las ciudades que visito. El
agua tiene su encanto para mi…
Es una ciudad realmente hermosa, que gira entorno a los ríos
que la rodean y su constante vida fluvial de embarcaciones y taxis fluviales
que salen a toda hora a recorrer las islas cercanas y principales puntos
históricos.
Caminando por la costanera, me llamo la atención un tumulto
de personas a orillas del río. Al acercarme me sorprendió encontrar decenas de
inmensos lobos marinos descansando sobre la explanada. Y es que estos varios
ejemplares han poblado los ríos de la ciudad, y sin buscarlo se han
transformado en uno de los clásicos atractivos de Valdivia.
Caminé por sus calles y pasé la noche en la Isla Teja donde se encuentran gran parte de los museos de la zona. Al otro día maneje rumbo a la ciudad de Niebla, cuya costa da al Pacífico.
Desde allí tomé un taxi fluvial por unos 800$ chilenos que después de un viaje de 15 minutos por el río Valdivia, me dejó en Corral, donde se encuentran algunos de los castillos europeos del Fin del mundo, y donde se desplegó gran parte de la historia de la zona.
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