1 AÑOOOOO!!!!

Y qué rápido que se pasa el tiempo, pienso por un lado… ya hace un año que estoy en viaje, un año de comenzar esta travesía de hacer realidad mi sueño de dar la vuelta al mundo.

Por otro lado me pongo a mirar fotos de aquel 1 de setiembre del 2013, en que me despedía de mi querida Montevideo, de tantos amigos, familia y personas queridas, y me parece que ha pasado tanto tiempo…

Y es que el tiempo es tan relativo! En este año he vivido tantas cosas, he crecido tanto, he visto tantos paisajes, conocido tanta gente, cultivado tantos afectos y cosechado tantas amistades que  parece mentira que sólo pasaron 365 días.

Doce meses de dar el paso que me cambiaría la vida por completo, y la manera de ver el mundo. Pienso en  esa Carolina que con ilusión se desprendió de toda la estabilidad que da lo cotidiano para partir en busca de su sueño aún con un montón de miedos e incertidumbres de lo que se vendría, pero con la certeza de estar tomando la decisión correcta, porque ir tras los sueños nunca puede ser el camino equivocado.

Era imposible imaginarme
todo lo que iba a vivir, todas las experiencias que me tenía deparadas el camino, y todas las personas maravillosas que iba a conocer.

Muchas cosas han pasado en este año, que me han cambiado, me han puesto a prueba y me han hecho crecer…

Empezamos el recorrido por mi querido Uruguay,  Lorena Montero (quien desde un principio viajaría sólo por Uruguay y se iría sumando por etapas en distintas partes del recorrido), Madonna (mi hija, mi perrita del alma) y yo (Carolina). Si bien ya conocía prácticamente todo mi país fue hermoso poder recorrerlo de punta a punta, conociendo cada rincón e interactuando con las personas que me recibían a cada paso.

Pero según dicen el destino te pone pruebas para saber si estas firme en la decisión, y mi caso no fue la excepción. Terminado el circuito por Uruguay, debí tomar una de las decisiones más duras y la que lamentaría poco después….Dadas las complicaciones en las fronteras y los costos de papeleos, decidí dejar a Madonna en Uruguay, pensando que sería lo mejor para las dos. Una vida encerrada dentro de una camioneta no es vida para una cachorrita pensé, en el momento de dejársela a mi mamá, pero pocos días después recibí la triste noticia que no había soportado el estar lejos mío. Ese fue sin duda el golpe más fuerte desde el comienzo del viaje, y del que todavía no me recupero. Se me pianta un lagrimón cuando veo sus fotografías. Me queda el consuelo de que Madonna, “mi compañerita” como le decía yo, me sigue acompañando desde algún lugar…

Al cruzar la frontera con Argentina, Lorena regreso a su tierra (Buenos Aires) y a la Charrúa se subió Patricia, quien un mes antes del viaje se había sumado al proyecto.

Con ella viajé por Paraguay  y algunas provincias del norte Argentino, pero un mes después, estando en Mendoza, me avisa que no continuaría el recorrido. Así que allí, a apenas 2 meses de la salida de Montevideo, se me presentaba una prueba más, que me hacía  ver que tan segura estaba de querer continuar con el proyecto.

Una revolución de preguntas e incertidumbres en mi interior. No tenía dudas de que ese era mi sueño, y había dejado “todo” para ir tras él, pero… ¿estaba preparada para continuar el viaje sola? ¿podría hacerlo?

No había tiempo para dudas ni inseguridades, ya me esperaban en San Rafael la gente de ALCEC, ansiosas por realizar una de las actividades de “Se Hace camino al andar”.

Puse todo en la balanza, pensé dos segundos y decidí seguir adelante. No iba a abandonar tan fácil mi sueño, no iba a bajar los brazos con la primera piedra que se me presentara en el camino, cuál era el ejemplo que quería dar?

Así que me rearme de coraje, y continuamos viaje “La Charrúa” y yo, solas contra lo que surgiera.

Miles de kilómetros, horas y horas manejando,  sola conmigo misma, conociéndome un poco más, viajando en piloto automático, descubriendo mi interior, asentándome, fortaleciéndome.

Cientos de pueblitos solitarios, de caminos sinuosos en el medio de la nada….decenas de problemas mecánicos , de inconvenientes meteorológicos, vientos huracanados, temblores, alertas de tsunami…

Noches tras noche adaptándome a viajar sola, aprendiendo a cuidarme, a buscar lugares seguros donde estacionar para descansar, ya que no podía gastar en alojamientos.  

Día tras día descubriendo que cuando uno de verdad desea algo y se deja fluir, todo el universo conspira para que lo consigas.

Confirmando a diario que el mundo esta lleno de gente linda (independientemente de la nacionalidad o la raza) que se me fue cruzando por “casualidad” en el camino, con las que intercambie, días, horas y en algunos casos sólo momentos, pero a las que recordaré siempre.

Historias del camino, historias de vida que fui conociendo, mujeres asombrosas a las que admiro por su manera de sonreírle a las dificultades que les presenta la vida…

Distintas maneras de vivir, distintas maneras de pensar, otras culturas, otras filosofías…

Millones de paisajes grabados a fuego en mi retina. Volcanes, montañas, ríos, selva, nieve, glaciares y playas transparentes…este planeta es maravilloso.

Y todo me fue cambiando, me fue moldeando, y sin duda alguna seguiré creciendo.

Hoy me siento mucho más fuerte que hace un año atrás, mucho más segura de mi misma, más confiada de lo que puedo hacer, y de lo que quiero hacer.

30.000 km, 365 días, 6 países, más de 300 ciudades, y muchas, muchas anécdotas….

Sin duda alguna que se me seguirán presentando pruebas, pero sin dudar les digo que seguiré adelante, por unos miles de kilómetros más, porque este viaje recién comienza!

Quiero agradecerles a cada uno de ustedes por acompañarme a cada paso, porque aunque no lo crean, aunque a la distancia, el saber que están allí me hace sentir que no estoy sola. Gracias por su apoyo y espero que sigamos  de la mano “Haciendo camino al andar”.

Carolina.