La ruta del Spondylus o también llamada ruta
del sol, es la que bordea toda la costa de Ecuador. Empece su recorrido por la
ciudad de Salinas, muy parecida a mi Punta del Este, con sus edificios altos,
una hermosa costanera con sus hoteles y restaurantes, y un poder adquisitivo
relativamente alto.
Después de pasar unos 2 días allí continué
viaje, subiendo en dirección al norte y pasando uno por uno por todos los
pueblitos y balnearios costeños que me regalaban otra visión del Ecuador, mucho
más humilde, de construcciones más sencillas, pero no por eso menos atractivas.
Playas, playas y muchas más playas para todos
los gustos…
Ballenita, Ayampe con su hermosísima y calma
bahía repleta de botecitos de pescadores que aguardaban la hora de salir a alta
mar.
Montañita, la Ibiza americana
con todo su descontrol, barras, discotecas, y mucha gente que llega allí para vivir esa fiesta que no descansa; Puerto L
opez, con una movida un poco más tranquila que la anterior, barcitos en la arena, y las ballenas jorobadas, su principal atractivo, que tuve el placer de poder disfrutar desde cerca.
con todo su descontrol, barras, discotecas, y mucha gente que llega allí para vivir esa fiesta que no descansa; Puerto L
opez, con una movida un poco más tranquila que la anterior, barcitos en la arena, y las ballenas jorobadas, su principal atractivo, que tuve el placer de poder disfrutar desde cerca.
Muy cerquita de allí el Parque Nacional
Machalilla, con su isla Plata, y los Frailes, un verdadero espectáculo de la
naturaleza.
Continué avanzando y a unas 2 horas de allí
llegue a Manta. Apenas entrada a la ciudad por la ventana de la Charrúa se
colaba un aroma bastante particular… “es el olor a Manta” me dijeron por allí.
Yes que Manta es un puerto principalmente pesquero, y allí se encuentran las
distintas fabricas procesadoras de peces como el atún. También cuenta con una
playa, bastante concurrida y muy bien arreglada: La playa Murciélago donde
realicé un Fitness Day.
Dado que es una ciudad bastante grande y por
ende tiene sus peligros, no paré por allí demasiados días, y en cuanto pude
seguí viaje.
El siguiente balneario que me atrapó fue Bahía
Caraquez. Si bien es una ciudad con un tamaño importante, tiene el encantó de
que en su Bahía desemboca el Río Chone en el Océano Pacífico, creando un
espectáculo natural impresionante. Desde allí y cruzando el puente llegué a San Vicente ubicado al otro lado del Río.
Canoa, fue otro de los balnearios que ansiaba
conocer ya que muchos viajeros me lo habían mencionado, y sin duda alguna fue
el que más me gustó de toda la costa. Con un aire bohemio, una playa bien
extensa y palmeritas que le dan un toque caribeño. …en cuanto llegué me enamoré
del lugar. Callecitas de arena que hacen sentir que la playa se continua en el
pueblo, barcitos sonando regueton, y muchos puestos de artesanos que arman su
parche al costado de la calle principal. En su mayoría viajeros como yo que
buscaban juntar alguna moneda para continuar viaje.
Avance por esa misma principal y casi al final
me encontré con otros viajeros rodantes que estaban parando allí, debajo de
unas palmeras al costado de la calle, así que me sumé a ellos y compartimos
juntos más de 10 días.
Desde Canoa, y para cambiar un poco el aire
del viaje, me fui a dedo hasta Mompiche, ya por encima de la línea del Ecuador
y muy cerca de Colombia. Allí se nota el cambio del clima, la vegetación aún
más verde y exuberante, el aire más húmedo y muchísimos insectos. Si bien es un
balneario muy pequeño, se diferencia de los otros porque el verde de los
árboles llega hasta la orilla del mar, formando un contraste único.
Después de un mes en la costa, tocaba el turno
de la sierra Ecuatoriana, así que pasé unos días más en Canoa y me despedí del
Oceáno Pacífico hasta la próxima probablemente en Colombia.
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