Ingresé a la provincia por la
ciudad de Caleta Olivia, donde la costa, las casas y el mar, se alternan con numerosos
balancines extractores de petróleo dispersos en los alrededores.
Hice una breve parada allí y
continué manejando por la ruta 3 hacia el sur.
Bosques Petrificados: Me
desvié unos 50 km de la ruta 3, avanzando por un camino de ripio, para llegar a
este lugar que me remontó al pasado.
Y literalmente así fue, ya que
allí encontré araucarias petrificadas de más de 30 m de largo y 2 de diámetro
que datan de más de 100 millones de años atrás.
Viéndolas me imaginé el tiempo en
que los continentes aún estaban unidos (Godwana) y la cordillera de los Andes
era un gran centro volcánico rodeado por extensos y húmedos bosques de inmensas
araucarias donde habitaban los dinosaurios.
Una gran explosión volcánica creo
una onda expansiva que las derrumbó a todas juntas, y fueron cubiertas por las
cenizas volcánicas que contribuyeron al proceso de petrificación que hoy en día
nos da la oportunidad de observarlas.
Puerto San Julián: 25/11/13
A la noche y para descansar me detuve en este pequeño pueblo. Inserto en la
historia nacional Argentina desde 1520, momento en que Hernando de Magallanes
arribara a sus costas para invernar en el periplo de encontrar la unión de los
océanos y las islas de las especias.
Es en ese momento que se celebra
la primer misa en territorio argentino y se produce el encuentro con los
nativos del lugar originándose a partir de entonces el topónimo Patagonia.
Y una manera de revivir esa
historia es visitando el Museo Nao Victoria.
Con 265 hombres y cinco naves
partió desde Sevilla, en agosto de 1519 la flota de Magallanes.
El objetivo era encontrar un
canal entre el Atlántico y el Pacífico y así llegar a las islas de las
especias.
Pero nada fue sencillo en ese
viaje que concluyó después de 3 años con sólo 18 tripulantes vivos.
El museo Nao Victoria es una
réplica a escala real de una de las 5 naves de la flota magallánica que
emprendió la primera vuelta al mundo y la única que volvió a España.
Recorriendo su interior me
asombré de imaginar el valor que tenían esos hombres para ingresar a un océano
desconocido y vivir en esas pequeñas y vulnerables embarcaciones durante meses
o años.
Esos sí que eran realmente
aventureros….
Pero el Puerto de San Julián
ofrece además una belleza natural única. Con el color verde agua de sus playas
y los 27 km de costa con un circuito ideal para recorreren vehículo mientras se
avista toda la fauna marina (lobos, pingüinos, cormoranes, etc) entre
acantilados y playas de canto rodado.
La ciudad es de calles muy
tranquilas y ordenadas, y caminando por la rambla se llega a la plazoleta
Héroes de Malvinas.
Allí se observa el “Mirage
Dagger” que realizó la primera misión sobre las islas desde la base aérea
Puerto San Julián el 1 de mayo de 1982.
También avanzando sobre la
costanera se encuentra el camping municipal (donde me quedé) y el monumento a
la primera misa.
En la tarde, mientras escribía mi
bitácora en el camping, al levantar la vista me llevé una gran sorpresa.
Eran los amigos de Uruguay por el
mundo con su Mehari!!!!
Emocionados y felices por el
encuentro, decidimos compartir la cena juntos, y al otro día después de
desayunar e intercambiar números para seguir en contacto, me despedí de Mario y
Serrana con la promesa de volver a cruzar nuestras rutas.
Río Gallegos: Camino a
Río Gallegos paré en el pequeño y adorable Comandante Piedra Buena, con la Isla
Pavón a la que se accede a través de un puente y en la que visité la casita
histórica donde vivía el fundador.
Llegué a Río Gallegos en la
tarde. Marcada en el mapa como la última ciudad importante antes de cruzar el
Estrecho de Magallanes, hice mi parada de descanso allí.
No me resultó una ciudad muy
atractiva y sumado a los fuertísimos vientos que asotan la región no me motivó
a recorrerla.
Al otro día continué viaje, pero
la intensidad del viento que hasta volteó camiones en la ruta, me obligó a
parar durante horas a esperar que disminuyera. Llegué a la frontera austral con
Chile, y me encontré con otro imprevisto: Paro de aduanas en Chile.
Así que me armé de paciencia y
durante 5 horas más esperé a que hicieran un receso al paro, para poder cruzar
y pasar la noche allí.