Sobre la Costa Caribeña pero más al norte, se encuentra un
sitio inaccesible en vehículo, ubicado en medio de la Selva Tropical lluviosa,
entre ríos, canales y el mar.
Para llegar hasta allí toda una travesía. Victor (quien me hospeda en su casa de Jiménez de Pococi)
me llevó hasta la terminal de Guápiles donde tome un bus por poco más de 1
dólar hacia Cariari. Unos 50 minutos después, en Cariari, un segundo bus que
parte sólo 3 veces al día destino “La Pavona”.
Bajo lluvia, como es típico en esta región, y acompañada de
locatarios que iban a los pueblos cercanos, me subí, observando el recorrido
por caminos rústicos, pozos, piedras y precarios puentes que hacían temer que
no soportaran el peso del bus.
A los lados fincas y plantaciones de frutales, bananos papaya
y guanábanas en su mayoría. Hora y media más tarde, había llegado a La Pavona.
Me había imaginado un pueblo, pero no, La Pavona sólo es una estructura grande
hecha en Madera, que funciona como terminal y tiene un restaurant, baños, y
algún que otro negocio pequeño para que los turistas que llegan puedan consumir
algo mientras esperan las lanchas.
Eran las 10 y media de la mañana y la mayoría de la gente
que había en el lugar eran europeos y norteamericanos. La Pavona es el punto
final vía terrestre y queda a un lado de uno de los canales que desembocan en Tortuguero.
Decenas de lanchas esperan el arribo del bus que viene de Cariari, para llevar
a los turistas hasta Tortugero.
Allí embarque en una de estas lanchas que afortunadamente
tenía techo (el clima lluvioso del lugar obliga). Y empezó la travesía por el
río zigzagueante. Me hizo recordar al amazonas pero en pequeño. Aguas marrones
habitadas por cocodrilos y caimanes y a los lados manglares y mucha selva. Árboles
caidos incluso dentro del río. Los días anteriores había habido inundaciones y
supongo que eso llevaría también a que encontrara tantos árboles tirados.
Las lanchas van y vienen, se nota que conocen el camino, las
profundidads del río y cómo esquivar los obstáculos. Iba con algo de miedo
porque mi experiencia me indicaba q estas lanchas suelen manejar muy rápido
pero afortunadamente en este caso, lo estrecho de los canales y la forma de
zigzag les impedia tomar demasiada velocidad.
Estos canales algunos naturales formados por los mismo ríos
y otros artificiales que fueron construidos para trasladar las maderas de los aserraderos que en algún momento de la
historia existieron por aquí.. Por esos mismos ríos se llega al Mar Caribe, o
incluso se puede cruzar hasta Nicaragua.
Desde que subí en La pavona todo ese trayecto pertenece al
Parque Nacional Tortuguero, lo que lo hace estar protegido de la devastación
del ser humano.
En el camino conocí a Marta, una chica Nicaragüense que
viajaba con su hijo el pequeño Nico. Charla va, charla viene, en el camino me
contó que vive hace 8 años en el lugar. El pueblo ronda los 1000 habitantes, número
que se alcanzó en los últimos tiempos por la explotación turística. Me habló de
Enrique, el único uruguayo que vive en Tortuguero y es dueño del Budda Café
donde ella trabaja como extras algunas veces, y me invitó a visitarlo.
Unos 40 minutos después, llegué a Tortuguero. Apenas baje de
la lancha una decena de guías locales ofreciendo uno u otro tour, la mayoría
embarcados para visitar otros canales más estrechos, paseos en Canoa,
observación de aves y animales selváticos.
En mi caso, era una visita por el día, así que no tenía
tiempo para realizar alguno. Baje, pedí información turística y me dieron un
mapita en el que se divisaba lo pequeño del lugar.
En Tortuguero no hay automóviles, no son necesarios. Una
única principal hecha de hormigón es el sendero peatonal por el que uno avanza.
A los lados casitas rústicas, con un encanto especial. Construcciones en su
mayoría de
madera y sobre pilotes, preparadas para las inundaciones y las
intensas lluvias que caen en el lugar.
Tortuguero está rodeado por agua, de un lado el río por el
que llegan las embarcaciones y a unos 100 metros, del lado opuesto, el mar
caribe, por donde llegan las Tortugas.
“Tortuguero”, o lugar
de tortugas, fue nombrado así por los cientos de tortugas verdes que en esta
región desovan. La tortuga verde siempre ha sido importante fuente de proteína
para los habitantes de las costas, y en tiempos pasados era importante en el
comercio extranjero e interno.
Durante la época Pre-colombina el indígena comía la carne y
usaba la grasa como mantequilla. Eran tantas que cuando Cristóbal Colon llego a
la zona mencionó que habían tantas tortugas que se amontonaban en el mar como
pequeñas rocas.
Después del siglo 18 buques mercantes paraban en Tortuguero
con regularidad para pescar tortugas antes de regresar a sus tierras. Las
tortugas eran importantes porque proveían carne fresca a los largos tránsitos
marinos ya que, fuera del sol y roseadas con agua, se mantenían vivas por mucho
tiempo. En el siglo 19, desde Tortuguero salían frecuentes embarques de
tortugas verdes para Inglaterra, donde la sopa de tortuga se había hecho un
popular manjar.
Para suplir los apetitos norteamericanos y europeos la caza
de tortugas se intensificó a su extremo en la primera mitad del siglo 20. En
Tortuguero, las tortugas llegando a desovar eran sistemáticamente cazadas. Por
cada una de las 22 millas a lo largo de la playa, había un “velador”, encargado
de volcar cada tortuga que salía dentro de su milla. Entonces le amarraban un
leño a la aleta anterior. Cuando el bote tortuguero pasaba a recoger las
tortugas boyantes, las soltaban a la orilla del mar. Esta costumbre que casi
acabó con las tortugas de la zona, cesó en 1960, cuando fueron promulgadas
leyes de protección.
Con la creación del Parque nacional Tortuguero, el poblado
que hasta entonces sólo contaba con un centenar de habitantes, poco a poco ha
ido creciendo, siendo hoy un atractivo muy importante para los turistas que
llegan a ver de cerca a las tortugas que aún siguen llegando a desovar.
La tortuga marina nace en la tierra, y aparte de las breves
arribadas para desovar, pasa la vida entera en el mar. Tortuguero es la más
importante playa para el desove de la tortuga verde en el Océano atlántico
occidental.
La tortuga verde hembra, no solamente puede identificar una
costa en particular para desovar, sino que regresa una y otra vez a la misma
sección de esa playa.
Durante cada migración desova de 2 a 5 veces, en intervalos
de unos 12 días, poniendo alrededor de unos 100 huevos.
Maravillosa y asombrosa la madre naturaleza! Ojala el ser
humano tome conciencia de una vez, y paremos la depredación y la contaminación
que dejamos en los mares, causa de muerte de tantos especímenes…