Es una de las provincias más al norte de Argentina. Limita
con Brasil y Paraguay, y está repleta de destinos turísticos.
El primer lugar que visitamos fue la ciudad de Posadas,
capital de la provincia.
Recorrimos la amplia costanera que culmina en el puente
internacional “San Roque González de Santa Cruz” que atraviesa el río Paraná
hasta llegar a la vecina ciudad de Encarnación, en Paraguay.
San Ignacio: Entre
1609 y 1818,en el corazón de la cuenca del Plata, en territorios de Brasil,
Argentina, Paraguay y Uruguay, se desarrollaron las Misiones Jesuítico
Guaraníes.
Fueron 30 pueblos organizados que registraron 141 182
habitantes en 1732. Despertaron admiración entre quienes profesaban las
utopías, pero también sospechas entre quienes detentaban el poder político
quienes lograron desacreditar a la Compañía de Jesús hasta que el Rey Carlos
III firmó la expulsión de los Jesuitas de los dominios españoles.
Abandonadas en su suerte, en 1767, destruidas por las
invasiones portuguesas y paraguayas entre 1816 y 1819 y posteriormente
saqueadas, de las reducciones sólo quedó el ejemplo de una experiencia
civilizadora inédita, la riqueza arqueológica de sus vestigios, la expresión
urbanística del trazado de los pueblos,
la historia contada en museos, centros culurales y universidades. La estructura
vigente aún en el paisaje; restos, hechos y vivencias que integrados al espacio
del actual Mercosur forman el circuito Internacional de las Misiones
Jesuíticas.
De los 30 pueblos de indios guaraníes, 15 estaban en
Argentina, 7 se levantaron en Brasil y 8 en Paraguay.
7 de las reducciones de las antiguas Misiones han sido
declaradas Patrimonio de la Humanidad.
En 1610 los sacerdotes José Cataldino y Simón Masceta
fundaron en la región del Guayrá (Brasil) la reducción de San Ignacio Miní, junto
a otras que sufrierin el asedio constante de los bandeirantes o mamelucos
(cazadores portugueses de esclavos).
Sólo San Ignacio y Nuestra Señora de Loreto se salvaron de
los ataques y en 1632 emigraron para establecerse a orillas del arroyo
Yabebirí, en la actual provincia de Misiones.
En 1696 se estableció definitivamente en el sitio donde hoy
quedan sus vestigios. Al igual que lo ocurrido con las demás reducciones,
sufrió el ataque por parte de los paraguayos que la destruyeron en 1817.
En la década de 1940, San Ignacio Miní fue restaurada
totalmente.
En las misiones, cada grupo familiar cultivaba una parcela
de tierra particular (abambaé: cosas del hombre) y otra comunitaria (tupambaé:
cosas de Dios). Los hombres hacían los trabajos rurales, de carpintería,
herrería, arte y artesanías.
Las mujeres cuidaban a los niños, cocinaban, hilaban,
tejían, y tenían a su cargo tareas domésticas.
Todos participaban en trabajos artísticos y religiosos.
Con las ganancias de la producción del tupambaé sostenían a
las mujeres solas y solventaban gastos de la iglesia, la educación y otras
expresiones de la cultura.
El trazado urbano partía de una cruz, que como gesto
fundacional marcaba el centrod e la reducción y el corazón de la plaza.
En uno de sus laterales sobresalía la iglesia que se
complementaba con la residencia de los padres, colegio y talleres hacia un
lado, mientras que el “Coti guazú” (donde vivían las viudas) y el cementerio
estaban del otro.
Luego se acomodaban las viviendas, el cabildo, y las tierras
de cultivo y de labranza.
Como llegamos a la noche, nuestra primer visita a las ruinas
fue a presenciar el espectáculo de imagen y sonido.
Con tecnología de última generación mediante actores
virtuales, efectos multimedia e imágenes proyectadas como hologramas, se revive
paso a paso la historia de estas misiones.
Realmente es un espectáculo que vale los arg$ 60 que sale la
entrada.
Al otro día temprano, realizamos el recorrido por las
ruinas, pudiendo observar cada detalle con la luz del día.
Luego manejamos por la ruta 12 hacia el norte hasta tomar la
ruta 7 para llegar a Aristóbolo del Valle.
Ya en plena selva misionera, avanzamos por el Valle del Cuña
Pirú (mujer flaca en guaraní), pasando a aldeas de guaraníes que se
establecieron al lado de la ruta, en medio de la inmensa vegetación de la zona.
Decidimos parar en la escuela nº 172, y allí estuvimos
charlando sobre nuestro proyecto con la directora. Ya en la ciudad, hicimos una
parada para repartir folletería de la técnica del autoexamen de mama y
continuar haciendo camino al andar.
Parque Provincial
Valle Encantado: (10/10/13) En plena selva misionera, a 6 km de la ciudad,
se encuentra un conjunto de cascadas que ofrecen un emocionante espectáculo, y
cuyo salto mayor le da el nombre: Salto encantado.
Es el arroyo Cuña Pirú que corre encajonado y atraviesa el
parque, donde sus aguas cristalinas corren bajo abundantes doseles de
vegetación.
En el corazón del Parque Provincial se encuentra el Salto
Encantado, una caída de agua de 64m de altura que se desempeña en paralelo a un
imponente paredón rocoso.
Senderos interpretativos con diferente grado de dificultad,
permiten adentrarse en la naturaleza. Los recorridos sobre decks facilitan el
acceso a impactantes vistas del Salto Encantado.
Caminos alternativos por la selva, conducen a los otros
saltos que bañan el duro suelo de basalto.
En uno de esos senderos caminamos unos duros 1800 metros
entre subidas y bajadas rodeadas de vegetación hasta llegar al otro salto que
le sigue en tamaño: el “Salto la Olla”.
Ese salto ofrece un paisaje único que hace valer la pena el
cansancio del camino de acceso. En él, puede vivirse de cerca el salto, hasta
incluso tocar el agua disfrutando del entorno repleto de mariposas.
Es un recorrido imperdible y a un precio muy accesible (sólo
arg$ 10 cuando nosotras lo visitamos).
El parque es vigilado por los guardaparques provinciales del
Ministerio de Ecología de Misiones, y ofrece un drugstore con miradores y
puestos de venta de artesanías típicas.
Montecarlo 10/10/13: Esa
misma tarde continuamos manejando, hasta llegar en la nochecita a la ciudad de
Montecarlo.
Famosa por sus flores, llegamos en plena celebración de la
23ª Fiesta Nacional de la Orquídea.
Nos dirigimos al Parque Vortisch, donde durante toda la
semana se realizaba la fiesta.
Nos sorprendió encontrar a los lados del camino de acceso,
cientos de guaraníes acampados, que, según nos dijeron, salen de la selva
durante esa semana, para vender plantas y artesanías a los turistas que llegan.
El Parque Vortisch cuenta con 6 há de senderos temáticos y
árboles. La feria artesanal y comercial y los patios de comidas típicas.
El ingreso a la fiesta es de Arg$ 30, y allí se aprecian
pabellones de orquídeas nativas, exóticas y flora regional. También hay más de
60 stands de los mejores viveros de la provincia.
La propuesta de espectáculos es variada: artísticos y
culturales para todas las edades, y buena música en vivo.
En el parque también recorrimos el “Laberinto Vegetal”, que
con una superficie de 3100m2 es el más grande de Sud América.
Disfrutamos la fiesta durante la noche y la mañana, y
conocimos a Claudia (Gugui), una de las organizadoras de la fiesta, quien
amablemente nos invitó a ingresar y nos contó los orígenes de esta gran fiesta.
Wanda 11/10/13:
Por la ruta 12 y a poco más de 40 km antes de llegar a Puerto Iguazú, se
encuentra esta ciudad cuyo principal atractivo son las minas de piedras
preciosas que posee.
Son 2 minas pertenecientes a distintas empresas: las de
“Tierra Colorada” y las de la “Compañía Minera de Wanda”.
A éstas últimas ingresamos, ya que son las únicas que hoy en
día continúan siendo explotadas.
Con un ticket de ingreso de Arg$ 30, fuimos guiadas por uno
de sus empleados que nos explicó en detalle el proceso de extracción de las
piedras preciosas hasta convertirlas en bijouterie o joyas.
Estas minas fueron descubiertas buscando agua, y desde
entonces son explotadas dando trabajo a gran número de pueblerinos. Con un
máximo de 6 horas de trabajo, los mineros extraen las piedras realizando
explosiones controladas mediante shocks eléctricos y pólvora.
Luego se trabaja con martillos neumáticos para extraerlas y
pasarlas a los artesanos que con su habilidad las transforman en piezas muy
valiosas.
De las “Minas de Wanda” se extraen ágatas, amatistas y
cristales de cuarzo.
Caminamos por sus túneles donde aún se sentía el olor a
pólvora, y quedamos impactadas al ver las enormes piedras preciosas en su
estado natural: aún incrustadas en el basalto.
Por último, apreciamos el local de venta, ya con las alajas
confeccionadas para el consumidor final.
Puerto Iguazú
11/10/13:
Finalmente llegamos a esta hermosa ciudad donde los
atractivos turísticos se encuentran a cada paso y están muy bien explotados.
Ciudad turística por excelencia, sería la última a visitar
por nosotras en la provincia de Misiones.
Apenas llegamos, decidimos parar en un centro de informes
ubicado a la entrada de la ciudad. Allí conocimos a Claudio Sarmiento, quien
además de informarnos sobre los paseos a realizar, nos permitió estacionar “La
Charrúa” en un predio del Camping Coati y establecernos allí durante nuestra
estadía.
También nos contactó con el presidente de turismo de la
región, quién nos recibió en su oficina y nos obsequió las entradas al Parque
Nacional Iguazú.
Esa misma noche y ya acomodadas en nuestro nuevo hogar,
hicimos el primer asado de la vuelta al mundo.
El sábado 12 amaneció lluvioso, así que lo aprovechamos para
recorrer otros paseos de Puerto Iguazú.
Visitamos “La Aripuca”, donde nos dejaron ingresar sin pagar
los arg$ 30 que sale el ticket. Es un espacio construido con troncos de árboles
gigantes como el Ibirapitá, que por diversas circunstancias murieron en la seva
y fueron trasladados hasta allí formando un monumento que busca crear
conciencia sobre la preservación del medio ambiente sustentable.
También hay una construcción macro de una “Aripuca” (jaula
pequeña en guaraní, utilizada para cazar animales sin lastimarlos).
Apreciamos las estructuras hechas de madera y cañas tacuara
y degustamos el típico helado de yerba mate.
Estuvimos charlando con Oto, su dueño, quien nos regaló un
paquete de yerba para el camino y posó junto a nosotras en una foto que retrató
el momento.
De allí nos dirigimos a “La casa ecológica de botellas”,
donde conocimos a Alfredo Alberto Santa Cruz y su señora.
Juntos nos mostraron su casa y sus muebles, todo hecho a
base de botellas y materiales que uno normalmente desecha.
Nos contó que todo surgió en un momento económicamente
crítico para ellos, y con la basura que tenían, descubrieron que podían
fabricar cosas y hacer de ellas elementos útiles que les permitieran subsistir:
muebles, las paredes de la casa, juguetes, cartucheras, bolsos, vasos, materas
y una infinidad de artículos que uno se asombra de apreciar.
Luego de escuchar sus historias y compartir un hermoso
momento, partimos con la promesa de que seguiríamos en contacto.
A la tarde recorrimos la costanera, hasta llegar al “Hito de las 3 fronteras”.
Rodeado de una vista panorámica única, este imponente
atractivo de más de 100 años representa el encuentro de tres países divididos
por 2 ríos: Paraná e Iguazú.
El domingo fuimos a visitar la “Aldea Yryapú”. Es un paseo
en el que se recorren senderon en la selva, conociendo ls distintos árboles
utilizados por los guaraníes como medicina. También nos mostraron las
diferentes trampas que usaban los antiguos guaraníes, para atrapar los animales
que después utilizaban como comestible.
Al finalizar el recorrido, conocimos la aldea donde
actualmente vive este pueblo, en un predio de 265 há.
Dialogamos con Ricardo, el maestro de la aldea, que nos
contó el modo de vida que llevaban sus ancestros, estableciéndose en un lugar
donde vivían de la caza y la pesca hasta que se agotaban los recursos. Llegado
ese momento(aproximadamente 2 años), se trasladaban a otro sitio.
Hoy en día, la comunidad vive prácticamente del turismo y de
la ventad e artesanías, ya que según nos dijo Ricardo, la selva se empobreció
tanto en las últimas décadas, que no quedan animales como para sustentarse.
A la salida paramos en lo del “Indio Solitario”, donde
conocimos a Matías y coordinamos una cabalgata ecológica para el otro día.
A las 11 de la mañana del día siguiente comenzamos la
“Cabalgata Ecológica” guiada por la selva misionera.
Avanzando por ajustados senderos entre la vegetación,
disfrutamos de la observación de la flora y fauna autóctona, en un paseo
totalmente recomendable.
Terminando el día, hicimos el paseo “Iguazú Aventura”. Es
una travesía por los Ríos Iguazú y Paraná, en la que observamos desde el agua
el Puente Internacional Tancredo Neves que se encuentra situado sobre el río
Iguazú, uniendo las ciudades de Foz do Iguazú(Brasil) con Puerto
Iguazú(Argentina).
Desde el catamarán se aprecia una vista panorámica de los 3
hitos: Argentina, Brasil y Paraguay.
Parque Nacional Iguazú: A pesar de la inestabilidad del clima,
el 16 de octubre finalmente nos dirigimos a conocer las cataratas, la más
importante de las atracciones turísticas que ofrece esta ciudad.
Con entradas obsequiadas por el presidente de turismo de
Iguazú (Claudio Álvarez), ingresamos al parque Argentino.
El río Iguazú tiene sus nacientes en la Serra do Mar, y tras
un recorrido de 1320km, desemboca en el Río Paraná. La mayor parte de su extensión
transcurre en territorio brasileño; sólo en sus últimos 133 km constituye el
límite natural entre la Argentina y el vecino país.
Su nombre responde a la denominación guaraní que significa
“Agua Grande”. El caudaloso curso se mantiene por kilómetros como un río ancho
y de poca profundidad, que recibe el aporte de varios arroyos. Dentro del
parque, el río forma numerosas correderas, donde afloramientos rocosos aceleran
la velocidad de la corriente. Antes de desembocar en el Paraná, el Río Iguazú
alcanza un desnivel de más de 70 metros de altura, y el agua se desploma para
dar origen a las famosas cataratas.
Realizando una travesía entre la costa del Atlántico y
Asunción del Paraguay, el español Alvar Núñez Cabeza de Vaca se encuentra con
las cataratas en el año 1542, y la bautiza con el nombre “Saltos de Santa
María”.
A fines del siglo XIX, del lado brasileño y argentino
hombres ilustres comienzan a frecuentar esta maravilla de la naturaleza, y
plantean la necesidad de protegerla y darla a conocer.
A principios del siglo XX se crean los dos parques
nacionales en torno a ellas: el “Iguazú” en 1934 (Argentina), y el “Iguacú” en
1939 (Brasil).
Ambos reconocidos por la UNESCO como Patrimonio Natural de
la Humanidad.
Consideradas una de las 7 maravillas modernas, las Cataratas
del Iguazú ofrecen un escenario de encanto inigualable, donde un ocasional
arcoíris se confunde con los numerosos saltos, y despierta las emociones más
profundas en el visitante.
Los vencejos de cascada, son el ave emblemática del parque,
ya que encuentran refugio y nidifican detrás de las caídas de agua. Al igual
que éstos, cientos de otras especies animales y vegetales conviven la
majestuosidad de esta selva subtropical.
Quedamos impactadas al poder observar y disfrutar esta
maravilla de la naturaleza, que nos emocionó hasta las lágrimas.
Tuvimos la fortuna de poder realizar el paseo Gran Aventura
de la empresa “Iguazú Jungle”.
Con él avanzamos 5.5 km en un vehícul todo terreno a través
del sendero Yacaratiá hasta llegar a Puerto Macuco donde embarcamos en una
lancha a motor que navegó por las aguas rápidas del Iguazú inferior hasta
ingresarnos en el área de cascadas. Esta travesía finalizó con la aproximación
a los saltos argentinos más importantes, y el inolvidable “bautismo” en las
caídas de agua que nos dejó con la adrenalina a flor de piel!
Más tarde caminamos por las pasarelas muy bien situadas para
que el turista tenga varios puntos de vista de las cataratas y sus distintos
saltos.
El cierre de oro del día, fue cuando tomamos el tren que
lleva a la estación “Garganta del
Diablo”.
Allí caminamos por las pasarelas donde se aprecia el Iguazú
superior, hasta encontrarnos con la imponente caída de agua que forma la
Garganta del Diablo.
El ruido del agua al golpearse con las rocas se escucha
desde varios cientos de metros y aumenta su volumen a medida que uno se va
acercando al mirador. Las gotas de agua que suben y salpican al visitante
forman un paisaje alucinante del que difícilmente se salga seco.
Iguazú Forest: Después de casi 8 días de estar en Puerto Iguazú
y recorrerla de punta a punta viviendo desde adentro cada uno de sus
atractivos, realizamos este paseo que ofrece una experiencia de ecoaventura
distinta y muy divertida.
A tan sólo 7 km de la ciudad y en medio de una reserva
perteneciente al “Corredor Verde” , se desarrolla esta aventura. Allí
disfrutamos de la “tirolesa” que nos deslizó a gran velocidad y altura entre
los árboles de la selva, y vivimos la increíble experiencia de hacer Rappel en
una cascaa donde descendimos por las rocas en medio de un salto de agua de más
de metros que nos dejó mojadas de pies a
cabeza!